domingo, 30 de diciembre de 2012

LA INFANCIA DE JESÚS... La «antesala» de los libros del Papa Benedicto XVI sobre Jesús de Nazareth

«No se trata de un tercer volumen, sino de un pórtico de entrada a los dos volúmenes anteriores sobre la figura y el mensaje de Jesús de Nazaret», dice el Papa Benedicto XVI en el prólogo del libro sobre los primeros años de la vida de Jesús que acaba de escribir. Los otros dos volúmenes ya los he recomendado aquí y he hablado ampliamente de ellos. Este ejemplar sigue al de 2007 que se refería a la historia de Jesús desde su bautismo hasta la Transfiguración y al de 2011 que trataba de su Pasión y de su Resurrección.

Este nuevo libro, que obviamente es el que recomiendo leer esta semana en la que estamos en el tiempo de Navidad, constituye además una «meditación cristológica», no propiamente una vida de Jesús, según él mismo ha escrito. Apenas llegó a mis manos y lo leí casi de corrido, pues la narración es sencilla ya la vez interesante, además que son solamente 136 páginas.

Tal vez alguien se pregunte por qué un Papa ya bastante entrado en años dedica lo mejor de sus energías para escribir un libro sobre Jesús. Es que Benedicto XVI sabe que el cometido más importante de su ministerio es precisamente hablar sobre Jesús como Hijo de Dios », ya que él es su Vicario en la tierra, o, como diría la beata María Inés Teresa Arias «el dulce Cristo de la tierra».  El Papa ha dedicado sus vacaciones y ratos libres del pontificado a escribir este libro que completa su obra en torno a Jesús de Nazareth.

El libro constituye además una bellísima historia de amor y, más en concreto, del amor de un Dios que se hace niño por nosotros, que se hace uno de los nuestros para venir a salvarnos. Los cuatro capítulos que lo integran muestran que la gloria de Dios se manifiesta en la humildad y que el verdadero amor es siempre humilde y sacrificado. Esta obra podría —como han dicho algunos— resumirse con el título de su primera encíclica «Dios es amor». Todo lo va narrando de una forma muy ordinaria, sin cosas estrafalarias que a veces encontramos en algunos escritos sobre el tema. por ejemplo, en la página 38 del manuscrito, escribe: «María envuelve al niño en telas. Sin sentimentalismos, podemos imaginar el amor con el que María se preparó para ese momento y cómo preparó el nacimiento del Hijo».

Me gusta mucho que el Papa aclara, entre otras cosas, que en el Evangelio «no se habla de animales» en el lugar en que nació Jesús, aunque eso ha desatado una polémica que él mismo esperaba, pero es que todo tuvo que haber sido "más natural" y ordinario. ¿Qué papá o qué mamá va a poner junto al hocico de una vaca o un buey a un recién nacido? Sin embargo defiende —como debe ser— que el nacimiento de Jesús fue virginal y que eso «no es un mito, sino una verdad». Según el Santo Padre, la presencia del buey y la mula en los pesebres se debe a que el pesebre es «un lugar donde comen los animales» y la iconografía cristiana añadió ese motivo.

En el libro el Papa habla también de la estrella que guió a los Reyes Magos a Belén, que tampoco existió tal cual la ponemos en los nacimientos, de una manera irreal. Tras asegurar que la Adoración de los Reyes se trata de un acontecimiento histórico, el Santo Padre explica que estos tres hombres «religiosos y filósofos» se encaminaron hacia Galilea, siguiendo una estrella de las llamadas supernovas, que efectivamente explotó en aquellos años y que les impulsó, como primera señal, a ir al encuentro del Salvador movidos interiormente por la esperanza que aquella estrella representaba de un orden nuevo.

Así, la lectura, como digo, resulta bastante interesante e ilustrativa. No he encontrado el libro en formato pdf o en Internet pero les dejo este esquema:

El primer capítulo está dedicado a la genealogía de Jesús en los evangelios de Mateos y Lucas, que son muy diferentes uno del otro, pero los dos contienen el mismo significado teológico-simbólico: la colocación de Jesús en la historia y su origen verdadero como principio, un nuevo inicio en la historia del mundo.

El segundo capítulo nos presenta el anuncio del nacimiento de Juan Bautista y el de Jesús. el Papa, releyendo el diálogo entre la Virgen María y el arcángel Gabriel —según el evangelio de san Lucas— y citando a san Bernardo de Claraval, explica que, a través de una mujer, Dios, para liberar a la humanidad del pecado, busca «una nueva entrada en el mundo». Dios necesita «la obediencia libre» a su voluntad. «Creando la libertad, Dios, de alguna manera, se ha hecho dependiente del hombre. Su poder está unido al "Sí”, no forzado, de una persona humana». Y así, solo gracias al  «Sí»de María puede comenzar la historia de la salvación.

El tercer capítulo está centrado en el acontecimiento de Belén y en el contexto histórico del nacimiento de Jesús: el impero romano que —bajo Augusto— se extiende de Oriente a Occidente y, con su dimensión universal permite la entrada en el mundo de un «portador universal de salvación». Ha llegado, efectivamente, «la plenitud de los tiempos». Los elementos del relato del nacimiento están llenos de significado: la pobreza en la cual «el verdadero primogénito del universo» elige revelarse, y, «el esplendor cósmico» que envuelve el pesebre; el amor especial de Dios por los pobres que se manifiesta en el anuncio a los pastores y las palabras del Gloria, objeto de traducciones controvertidas.

El capítulo cuarto está dedicado a los Reyes Magos, los sabios que vieron surgir la estrella « el rey de los judíos” y fueron a adorarlo y a la fuga a Egipto. Las figuras de los «mágoi», reconstruidas a través de una amplia gama de informaciones histórico-lingüísticas y científicas, están dibujadas como un fascinante emblema de la inquietud, de la búsqueda y de la expectativa interior del espíritu humano.

Por último, viene el epílogo, con el relato —según el evangelio de san Lucas— del último episodio de la infancia de Jesús, de la última noticia que tenemos antes del principio de su vida pública con el bautismo en el río Jordán. Es el episodio de los tres días, durante la peregrinación de Pascua, en que Jesús, con doce años, se aleja de sus padres María y José para quedarse en el Templo de Jerusalén discutiendo con los «doctores». Él, que «crecía en sabiduría, edad y gracia», se manifiesta aquí en el misterio de su naturaleza de verdadero Dios y, al mismo tiempo, de verdadero hombre que «piensa y aprende de modo humano”.


Joseph Ratzinger, (Benedicto XVI),
"La infancia de Jesús",
Editorial Planeta,
México 2012,
136 páginas.

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