En el periodo entre 1901-1902, Mahler conoció a la que sería su esposa: Alma Schlindler. La pareja se casó el 9 de marzo de 1902 y al final del verano de aquél año Mahler «estrenó» una hermosa sinfonía interpretándola al piano para Alma. Se trata de la "Quinta sinfonía", que es la que invito a escuchar «a todo volumen». Mahler dividió la sinfonía en tres partes, con cinco movimientos. Tras su primera ejecución orquestada, rehizo la orquestación y continuó haciéndolo hasta casi su muerte, en 1911. Hacia el final de su vida, escribió en una carta desde New York: ?He terminado la Quinta. Realmente hay que completar la reorquestación.? El resultado de esas revisiones constantes han sido las tres versiones diferentes impresas.
Mahler solía decir que para él componer una sinfonía equivalía a un acto de creación del mundo. Sus sinfonías constituyen, así, un viaje maravilloso por toda la creación, especialmente por el hombre y sus distintas manifestaciones psicológicas, dejándonos una música que abarca todos los colores, además de que podemos decir que la música de Gustav Mahler es el puente entre el siglo XIX y el siglo XX. Fue un gran maestro, un innovador radical. Visto está que los públicos de todo el mundo escuchan hoy en su música una voz que les habla en términos que todo mundo puede comprender con facilidad.
La composición de la "Quinta Sinfonía" marcó el principio de un nuevo capítulo en la obra total de Mahler, ya que en todos sus aspectos —intelectual, musical, arquitectónico, armónico y de textura— surgen elementos nuevos. Es quizá la sinfonía más conocida por el gran público, sobre todo por su papel estelar en la película “Muerte en Venecia” —la más “convencional” de Mahler, según dicen las crónicas— pero es que quizá es también la más variada y donde en sus cinco movimientos encontramos un compendio de toda la temática típica del compositor, desde su fascinación por la muerte hasta el amor en estado puro, pasando por su gusto por la naturaleza y los paseos campestres, con pasajes atormentados, bucólicos, exaltados
Escuchar esta sinfonía es una delicia. La "Quinta Sinfonía" se desarrolla en una gran escala y es la primera sinfonía de Mahler que no estuvo directa o indirectamente implicada con la voz humana. Dividida en tres secciones, es evidente que el Scherzo, de proporciones casi monumentales, es el movimiento más importante de la obra, que no es —cabe mencionarlo— una pieza danzante o de carácter, sino en la expresión de una fuerza inflexible y una urgencia exhuberante por actuar. No son experiencias emocionales o espirituales las que mantienen la unidad de los hechos musicales de este movimiento. Lo que provoca su impactante efecto es un juego vigoroso entre fuerzas sonoras abstractas. En una carta dirigida a su esposa, Mahler aseguraba: “el scherzo es un movimiento endemoniado que va a tener grandes problemas. Los directores lo tomarán demasiado rápido y harán con él tonterías (…) ¿Y el público que va a entender, que van a decir de esta música primigenia, de este mar de centelleantes rompientes que echa espuma, que ruge, que se enfurece…? Esta música no es de este tiempo. ¡Oh si pudiera dar el estreno de esta sinfonía 50 años después de mi muerte”.
Las dos secciones que flanquean este Scherzo, cada una de las cuales consta de dos movimientos, deben ser consideradas en relación a él. La primera comienza con una Marcha Fúnebre en Do sostenido menor, seguida por un belicoso Allegro en La menor. El encabezamiento "Marcha Fúnebre" es la única indicación casi programática de toda la partitura. Pero, ¿quién está siendo llevado a su sepultura?. No es nadie en particular, quizás el pasado del propio Mahler, con el que cortó toda ligadura en esta manera solemne y demostrativa. Ye he dihco que esta obra marca un cambio en la vida y en la obra del compositor.
Del Allegro en La menor que sigue, podría decirse, de igual manera, que marca el comienzo de una nueva vida, con una intensa actividad que sólo puede producir resultados si se emplea hasta el último átomo de esa energía. El vigoroso, a menudo agresivo carácter de esta música, demuestra claramente que un siniestro conflicto va a tener lugar. Pero una vez que el tumulto se calma y las ondas divergentes de la textura orquestal se unen, la música sugiere un coral y no quedan dudas respecto al resultado positivo del conflicto.
Después del ya descripto Scherzo, la tercera sección de la Sinfonía comienza con un tierno y célebre Adagietto cuyo objetivo estético tal vez sea reintroducir al sentimiento de la contemplación después de la dominación previa de la fuerza y la voluntad. Este fragmento es conciso en su forma y fue orquestado con gran delicadeza: sólo arpa y cuerdas. Es casi milagroso que este delicado Adagietto, con su escala modesta y su sobriedad sonora, no sea ahogado por los movimientos colosales que lo rodean.
El quinto movimiento sigue sin interrupción. Se puede decir que explota en manera práctica, lo que el Scherzo presenta en forma abstracta. Emplea material musical concreto: temas, figuras y formaciones que tienen tanto espíritu como substancia. La alegría con la que se inicia el tema principal después que otros motivos han sido descartados, recuerda el buen humor de Haydn. Pero este movimiento es simple sólo en su comienzo, aunque mantiene su exhuberante alegría de vivir durante toda su extensión. No tarda en convertirse en una combinación de diseños extremadamente complejos. Mahler jamás había hecho gala de una maestría tal en la técnica del contrapunto. No es fácil analizar la estructura formal del Rondo Finale, pero no requiere esfuerzo alguno gozar del efecto provocado por esta vital expresión musical de alegría.
¡Disfrútenla en algunos videos!
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