Cada día, los monjes de la Abadía de , como los de la Abadía de Ocean Side acá en California y como en muchas más abadías del mundo entero, alaban al Señor con salmos, cánticos e himnos inspirados en la Sagrada Escritura.
La vida de un monje transcurre entre la oración y el trabajo, bien intelectual (estudiando las ciencias eclesiásticas), bien manual, cada uno de acuerdo con su especialidad y las necesidades del Monasterio, pero ciertamente, donde el monje se identifica realmente como tal es en la oración, recitada siempre como canto, el Canto Gregoriano.
Además de la celebración de la Eucaristía cada día, los monjes cantan siete veces al día, durante la oración de la Liturgia de las Horas, cuyo rito tradicional conservan hasta nuestros días.
Maitines: Primera de las horas canónicas en la que se reza antes del amanecer. Oración que da comienzo a la vida del monje, más o menos a las seis de la mañana.
Laudes: Parte del Oficio Divino que sigue a Maitines. Se realiza aproximadamente a las siete y media.
Tercia: Hora menor del Oficio Divino, después de la Eucaristía en diario y a las diez y media en festivo.
Sexta: Hora menor que precede a la Tercia. Se ejecuta alrededor de la una y cuarenta y cinco.
Nona: Ultima de las horas menores antes de la Víspera. Se canta alrededor de las cuatro de la tarde.
Vísperas: Hora que precede a la Nona, en la que se canta a las siete de la tarde.
Completas: Ultima parte del rezo Divino, con el que se da fin a las horas canónicas del día. Se realiza a las diez menos veinte de la noche.
Algunos de los registros de Canto Gregoriano que más emotivamente impresionan, son los realizados por los monjes benedictinos. Yo he querido elegir para esta semana, el coro benedictino de la Abadía de Montecasino, y en especial un disco: «VIR DEI BENEDICTUS», música y canto hermosísimo que gracias a mi buen amigo Saulo López, he podido escuchar y saborear.
El disco contiene la liturgia solemne de la Solemnidad de San Benito: La Misa y las Vísperas. Música armónica y dulzura que inunda el corazón y lo conecta con Dios en la Santa Misa y en el rezo de los salmos. Sin duda, su tono ligero y tranquilo añade un tinte peculiar que es ayudado por las vocales redondeadas y consonantes suaves de su pronunciación hispana.
Los monjes de la Abadía de Silos han contribuído a llenar el catálogo de discos de Canto Gregoriano con obras intensas y suaves. Particularmente cautivadoras son las frases finales que a menudo parecen difuminarse en la nada, como absorbidas por los muros de piedra que rodean el coro. Esto es inherente en la música que con frecuencia se va alejando al final de cada frase, y de las palabras latinas siempre acentuadas en la penúltima sílaba, dándole al canto un sentimiento de dilatada tristeza en cada frase.
En la colección gregoriana de Silos, el canto es viril, exacto y estudiado e inevitablemente atractivo. La ornamentación y alargamiento en las notas, junto con la obligada y nasal licuescencia, producen de inmediato una gran sensación de paz, la paz espiritual que todo hombre alguna vez buscamos en nuestro interior, dañado por el devenir de la vida diaria.
Ahora, nos encontramos ante un fenómeno sociológico difícil de evaluar. La popularidad de estos monjes humildes y sencillos, ha traspasado nuestras fronteras dando la vuelta al mundo, pero cuando todo vuelva a su cauce y la imposición de la moda le haga caer en el olvido, el Canto Gregoriano seguirá ahí, como lo ha hecho durante siglos, para servirnos de refugio espiritual, independientemente de nuestras tendencias religiosas porque, como bien dice el Rvdmo. P. Abad Dom. Clemente Serna, "la espiritualidad, no está reñida con la creencia".
Los invito a disfrutar de este hermoso video de la Misa de la Solemnidad con la música del disco y la Misa "De Angelis":
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