domingo, 21 de febrero de 2016

Cápsula Bíblica 1829

Jesucristo como hijo de Dios, viene a culminar y perfeccionar la imagen de Dios que se tenía en el Antiguo Testamento en la Biblia. No se puede pensar que el Mesías venga a contradecir a los profetas. Muchos han querido anteponer la justicia con la misericordia; sin embargo en el Antiguo Testamento encontramos las muestras de misericordia de Dios. Algunos ejemplos están en Gen 18, 20-33; Ez 18, 21-31; Zac 7, 9-10; Os  6, 6. Textos en donde Yahvé revela lo que quiere del hombre: sinceridad, bondad y compasión. Es el hombre quien se desvía. Jesús revela lo mismo del hombre en la comparación del buen samaritano, en donde lo que prima es la compasión o misericordia. En este texto, el Señor nos enseña lo anhela que tengamos: misericordia y no sacrificios. Jesús reafirmará lo mismo. Podemos observar, en la Sagrada Escritura, que el designio del Padre está muy bien expresado en la Antigua Alianza. Su amor infinito ya estaba latente, aun cuando fue el hombre quien llenó a Dios de ritos y lo empezó a alejar. Jesús viene a mostrarnos que Dios es nuestro “papito querido”. Un Dios personal, íntimo, que nos habla al corazón; un Dios que está totalmente reflejado en Cristo Jesús.

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