viernes, 26 de febrero de 2016

Cápsula Bíblica 1834

«Expiar», en la Biblia, es algo así como calmar a Dios después de haber obrado mal. Claro está que Dios no pierde la calma. Por eso, para el hombre, es mucho más educativo presentar a Dios un gesto cultual de reparación y expresar el deseo de quedar limpio del mal cometido. Así, Levítico 16 describe un sugestivo rito de expiación: un macho cabrío recibe, como carga simbólica, todos los pecados de la comunidad; después se lo conduce al desierto para vaciar allí todos esos pecados y después morir. De ahí viene nuestra costumbre de llamar «chivo expiatorio» a una persona que paga el pato por las faltas de otros. En el Nuevo Testamento se habla mucho de la reconciliación del hombre con Dios. Toda expiación y reconciliación es obra de la gracia de Dios, no simple iniciativa del hombre. 

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