La obra del afamado compositor inglés Harry Gregson-Williams (13 de diciembre de 1961) está repleta de obres y piezas muy cuidadas, en su mayoría creadas para el cine y, por lo mismo, es poco conocido y escuchado fuera de ese ámbito, sin embargo escuchar música como la de «Las Crónicas de Narnia», es un deleite aunque no se esté viendo o no se haya visto antes ninguna de las 2 películas de esta trilogía que Gregson-Williams musicalizó, como es mi caso, que solamente he leído el primero de los libros de estas crónicas, que comentaré en la entrada siguiente.
Harry Gregson-Williams es uno de los compositores más codiciados de Hollywood. Ha trabajado en una gran variedad de proyectos de alto perfil, tanto en animación, como en películas con actores reales, o en videojuegos, entre los cuales destaca la banda sonora de 2 películas de la trilogía de «Las Crónicas de Narnia». Nacido en Inglaterra en el seno de una familia de músicos, Harry se ganó una beca para estudiar en la escuela de música de St. Johns College en Cambridge apenas a la edad de 7 años. A los 13 ya había sido solista en una docena de discos y entonces ganó un puesto en la importante Guildhall School of Music and Drama en Londres. Comenzó su carrera como compositor de música para cine perimero como conductor y arreglista para el compositor Stanley Myers, y continuó su carrera componiendo sus primeras obras para el director Británico NicolasRoeg. La iniciación de Gregson-Williams a la música de Hollywood se vio entonces facilitada por su colaboración y amistad con el compositor y ganador de un Oscar de la Academia, el Sr. Hans Zimmer.
Hablando de esta obra sensacional Harry comenta que está muy satisfecho con la labor, que realizó desvelando que pasó en aquel entonces horas, días y meses preparando, la música, que maquetó en diversos secuenciadores y muestradores. Pasó mucho tiempo viendo la película una y otra vez y sentado al piano componiendo una cosa u otra. Para él, la composición de «Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario», la composición de las piezas, para las dos películas fue un tanto "movidita", cosa que resulta muy adecuada para los abundantes pasajes de acción que se suceden a lo largo de las películas, sobre todo en el tramo final de la segunda. Gregson-Williams afirma que, hasta el día de hoy, eso no deja de sorprenderle.
Gregson-Williams presenta una obra que mezcla la orquesta con elementos electrónicos, sobre todo rítmicos, algún instrumento exótico o poco habitual —el violín electrónico y el duduk tienen su protagonismo en varias escenas», coros y voz solista, para la que ha contado con la aterciopelada vocalización de la californiana Lisbeth Scott. Lo cierto es que se trata de una banda sonora muy cuidada, con temas que van de lo épico a lo sentimental, a veces contenida y a veces desbordante. Cuando uno la escucha tiene la sensación de que algunas partes vienen del pasado. Ese estilo "movidito", diríamos "mediaventurero" al que hace referencia al compositor, hace su aparición en diversas fases de la banda sonora. Así, hay partes espectacularmente orquestadas y otras de una sencillez y nitidez impresionantes. Gregson-Williams creó una obra donde varios motivos temáticos se asocian a personajes, lugares y acciones. ¡Música que vale la pena escuchar!
En la actualidad se ha realizado una trilogía de una Heptalogía planeada: The Lion, the Witch and the Wardrobe (2005), El príncipe Caspian (2008) y La Travesía del Viajero del Alba (2010).
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