domingo, 1 de julio de 2018

«La Quinta Sinfonía de Tchaikovsky»... La prueba de su genio creador

Peter Ilyich Tchaikovsky (1840-1893), sin lugar a dudas, fue un músico que conocía a la perfección su oficio y supo manejar los diversos elementos sonoros con un dominio impresionante. Ya he hablado bastante de él y he presentado algunas de sus obras. Esta vez toca el turno a su quinta sinfonía, que, a mi juicio, es una de las más bellas sinfonías de todos los tiempos, a pesar de que el compositor decía que ya se le había secado la imaginación.

Entre mayo y agosto de 1888 Tchaikovsky compuso esta obra con una duración aproximada de unos 46 minutos que fue estrenada en San Petersburgo el 6 de noviembre de ese año bajo la batuta del propio Tchaikovsky. Cansado del ruido y los aplausos, que nunca le satisficieron, se instala en Frolovskoie, en pleno campo, lugar que lo seduce por completo: «Me he enamorado absolutamente de Frolovskoie; esta comarca me parece el cielo en la tierra» escribió. En esta nueva residencia recobra la inspiración y comienza a exprimir una nueva sinfonía de su «cerebro embotado».

Hacia el 30 de mayo, ya estaba metido de lleno en la composición de la Quinta, al mismo tiempo que componía la obertura Hamlet. A principios de Agosto comenzó la orquestación y la concluyó en unas tres semanas, de manera que pudo demostrar al mundo que «no se había secado». El 19 de agosto escribía: «Ahora que la sinfonía está terminada puedo decir que, a Dios gracias, no es peor que las otras. ¡Esta certeza me es agradable!». Poco después, las primeras pruebas hacían furor entre sus amigos de Moscú, sobre todo en Taneiev, como se deduce de sus cartas: «Mis amigos están en éxtasis por lo de la sinfonía, pero habrá que ver cómo la reciben el público y el mundo musical de San Petersburgo».

Con una  instrumentación usual para las sinfonías de la época: tres flautas, resto de maderas a dos, cuatro trompas, dos trompetas, tres trombones, tuba, timbales y cuerda, Peter nos deja una sinfonía de cuatro movimientos, todos ellos de una belleza sobrecogedora: 1. Andante - Scherzo: Allegro con anima (mi menor). 2. Andante cantabile, con alcuna licenza - Non Allegro - Andante maestoso (re mayor). 3. Valse: Allegro moderato con patrioso (la mayor). 4. Andante maestoso - Non Allegro - Presto Furioso - Allegro maestoso - Allegro vivace - Scherzo: Allegro con anima (mi mayor → mi menor → mi mayor)

La Quinta de Tchaikovsky asombra y cautiva por el dinamismo de la escritura orquestal que es llevado al extremo mediante la construcción de esas zonas de clímax extendidas hasta un punto que roza la histeria. La manipulación de colores tonales oscuros, por otro lado, consigue crear la típica atmósfera de melancolía de las otras sinfonías tchaikovskianas. Sea como fuere, el final queda abierto, y pide a gritos una interpretación individual y una escucha activa, convirtiéndose la música en un instrumento de comunicación de los deseos y las esperanzas humanas. Hoy es una de sus sinfonías más interpretadas y se encuentra de lleno en los senderos posmodernos donde el sentimiento se revaloriza frente a la razón.

¡Escuchen y juzguen!

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