He hablado ya del sorprendente espíritu aventurero del extraordinario pianista y compositor español Isaac Albéniz (29 de mayo de 18601-18 de mayo de 1909) lo había llevado antes de los trece años a recorrer España y luego a América, ofreciendo presentaciones, primero como niño prodigio a los ocho años y luego como joven promesa del piano comparable a Liszt o Thalberg.
A ello contribuía el oficio de su padre, funcionario de aduana, permanentemente trasladado de ciudad en ciudad. Su historia de vida —incluida una etapa mística— similar a la de Liszt, llevó a los círculos musicales de su tiempo a llamarlo sencillamente «el Liszt español», aunque a diferencia del maestro húngaro, el adolescente Albéniz hubo de trabajar en cualquier cosa durante sus periplos cuando la realidad estuvo por debajo de las expectativas, lo que sucedía a menudo pues el pequeño maestro «partía de gira» constantemente.
Hoy quiero invitarles a escuchar la «Rapsodia Española», una obra que casi no se escucha en los auditorios con la regularidad que su autor —que la tenía en alta estima— hubiese querido. Escrita originalmente para piano y finalizada en 1886, el compositor la estrenó exitosamente en Madrid el 21 de marzo de 1887. La versión que por lo general hoy se escucha es la versión para piano y orquesta, debida a Georges Enescu, del año 1911.
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