domingo, 24 de abril de 2011

RESURRECCIÓN... La segunda sinfonía de Mahler

Al celebrar la Resurrección de Jesucristo, en este solemne Domingo de Pascua, quiero compartir la sinfonía que fue la preferida del papa Juan Pablo II.  La Sinfonía n.º 2 en do menor de Gustav Mahler, conocida como Auferstehung (Resurrección en alemán), que fue compuesta entre 1888 y 1894.

La obra tiene 5 movimientos:
1. Totenfeier. Ritos Fúnebres- Allegro Maestoso. Mit Durchaus ernstem und feierlichem Ausdruck.
2. Andante moderato. Sehr gemachlich.
3. In ruhig fliessender Bewegung (Con un movimiento tranquilamente fluyente)
4. Sehr feierlich, aber Schlicht. "Urlicht", Texto de Gustav Mahler
5. Im Tempo des Scherzos. Wild herausfahrend. "Auferstehung", Texto de Gottlieb Friedrich Klopstock.

Mahler disenó el primer movimiento como una representación de un funeral que responde a preguntas tales como: "¿Hay vida después de la muerte?"; el segundo movimiento es un recuerdo de tiempos felices de la vida que se apagó; el tercer movimiento representa una completa pérdida de fe, y el considerar la vida como un sinsentido; el cuarto movimiento, un lied, es el renacimiento de la fe ("Yo soy de Dios, y retornaré a Dios"), y el quinto movimiento, después del regreso de las dudas del tercero y las preguntas del primero, termina con una realización del amor de Dios, y el reconocimiento de la vida después del fin (la resurrección). La sinfonía está escrita para una orquesta y un conjunto fuera de escena de metales y percusión. El cuarto movimiento requiere una contralto solista, y el último además una soprano y un gran coro mixto. Una ejecución normal de la sinfonía dura alrededor de ochenta y cinco minutos.

Aunque hebreo de nacimiento, en su Bohemia natal y luego en Moravia, conoció desde pequeño la vida y liturgia de la Iglesia Católica, cuando formaba parte del coro de la parroquia. Luego, durante la época de formación musical, en Praga y en Viena, Mahler asimiló la gran tradición musical y cultural europea, inspirada por la fe cristiana. Le impresionaba especialmente el Réquiem de Mozart y también el Te Deum de Bruckner.

Con la fe católica Mahler recibió el don de descubrir al Dios íntimo, presente en lo hondo del corazón humano, de modo que Dios «posee una certeza existencial mayor —afirmaba— que todo lo que se encuentra al exterior de nuestra vida íntima». En el Evangelio le fue revelada una verdad religiosa fundamental y decisiva: Dios es amor y donde hay verdadero amor allí está Dios. Esta idea aparecía una y otra vez en su conversación.

El Réquiem de Mozart había sido la obra que más hondamente le impresionara en su adolescencia, cuando cantaba en el coro de la Iglesia. Quizá en aquel momento vinieran también las estrofas de su Sinfonía Resurrección.  Mahler redactó personalmente los textos de las partes cantadas, glosando a Klopstock : «¡He venido de Dios y quiero volver a Dios! ¡El amor de Dios me dará una luz que brillará para mí hasta la vida eterna! (...) ¡Ten fe: no has nacido en vano, no has vivido ni sufrido en vano! (...) ¡Deshecha el temor! ¡Prepárate para vivir! (...) ¡Con alas que han conquistado para mí me liberaré en un ardiente impulso de amor hacia la Luz, que ningún ojo ha penetrado! ¡Moriré para vivir! ¡Resucitaré, sí, resucitaré!».

Mahler ha dejado en la historia de la música contemporánea un hondo testimonio espiritual: «desde esta tierra, cuyos sufrimientos había hecho suyos, levantaba los ojos buscando a Dios. La relación entre música y religión constituía el fundamento mismo de su actitud religiosa. Algunos músicos —y algunos oyentes— no tienen conciencia del poder trascendental de la música, porque, aunque inmersos en un clima musical y siendo ellos mismos auténticos músicos, están desprovistos de cualquier testimonio religioso, incluso de cualquier conciencia religiosa. Los que, en cambio, se esfuerzan por penetrar más allá del velo terrestre, encontrarán en la música algo con lo cual sostener y afirmar su fe.

Se puede decir que la sinfonía con la que quiero celebrar junto con ustedes la Resurrección de Jesucristo y que está entre mis favoritas, es, sin  temor a equivocarme, la más fácil de las 9 que compuso Mahler. Se trata de una de las escasas sinfonías en la historia, como la célebre novena de Beethoven o la segunda de Mendelssohn, en incorporar la voz humana en forma de coros y solistas, cerrando, al igual que hiciera Beethoven 71 años antes, de manera magistral, otra esplendorosa obra de arte que ya he recomendado escuchar.

El final es uno de los más sobrecogedores que se pueden escuchar. La Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León la interpretará el 12 y el 15 de mayo en la gran sala del Teatro de la Ciudad de Monterrey.  No puede ser más espectacular y gratificante que, siendo tiempo de Pascua y además la favorita, -como dijimos-, de Juan Pablo II , celebraremos la Resurrección de Cristo y la esperanza de nuestra propia  resurrección (de ahí el sobrenombre). Les recomiendo que la escuchen serenamente. Por fortuna hay varias versiones accesibles y se puede ver también en video en youtube.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario