Casi al finalizar este año, he terminado de leer «LOCA DE AMOR», una historia novelada muy bien documentada sobre Juana la loca, la archiduquesa de los borgoñones y reina de Castilla y Aragón sólo de nombre, pues a ella nunca le interesaron lo más mínimo ni el poder ni sus reinos. Juana de Castilla, la heredera del mayor imperio del mundo, amó con locura, pero vivió cuarenta y seis años de su vida cruelmente recluida por su familia y apartada de su Imperio. Juana I de Castilla es uno de esos personajes históricos que parece salido de una novela. Su historia es la historia de una niña nacida en el seno de una de las monarquías más poderosas del momento con una madre que sabía que su destino era conseguir uno de los reinos más grandes de la cristiandad, en todos los sentidos. Su historia es la vida de una princesa, nacida lejos de los primeros peldaños del trono pero que una larga serie de fallecimientos la encumbrarían como reina.
Puedo afirmar que al devorar este regalo que hace algunos meses me hizo Armandina Elizondo, me encontré con una cautivadora crónica novelada de una época importante para España y el mundo, un emocionante retrato psicológico de una mujer martirizada por su familia y con un libro de un firme rigor histórico que refleja los esplendores y las fallas de aquel siglo, descritos hasta en sus menores detalles.
Obviamente el libro se centra en Juana como el personaje principal y fundamental. La autora nos presenta su visión de una vida desaprovechada y triste. La vida de alguien que tuvo al alcance de sus manos el reino más grande jamás conocido y lo despreció e ignoró. Juana no deseó nada material para sí y fue engañada por aquellos a quienes pretendía entregar el poder y la gloria que le correspondían por derecho de nacimiento quienes la llevaron de vivir en la opulencia de una ostentosa corte, a malvivir encerrada, maltratada, olvidada por los demás y abandonada de sí misma.
Si Juana no estuvo loca por demencia innata o hereditaria, sí que lo estuvo por amor. Su desmedida necesidad de afecto combinada con el desmesurado orgullo que le inculcó su madre, le impidieron conciliar sus pasiones con sus desilusiones. Siempre deseó ser amada, primero por su padre al que adoraba infantilmente y por su madre a quien admiraba profundamente, y más tarde por su esposo, nos cuenta la autora.
Además de hablar de Juana, Catherine nos presenta en su obra a una Isabel tan enamorada de su marido Fernando, como afligida y resignada por sus infidelidades, siempre preocupada por el bienestar de su pueblo, hábil y diestra en los manejos políticos que, adelantada a su época, no se deja intimidar ni manejar por ningún hombre. A Fernando lo retrata más débil y más sensible emocionalmente que su mujer. Aparece también, por supuesto, Felipe el hermoso, atolondrado para unas cosas y astuto para otras, ávido de poder y entregado a perseguir los placeres de la vida.
Catherine Hermary-Vieille es una novelista y biógrafa francesa, nacida en París en 1948, y cuenta con una amplia bibliografía en su haber. Ella es una escritora sensible que evita la afectación y que profundiza en la veracidad histórica a la vez que crea un entramado de ficción que me ha dejado en esta novela histórica, literalmente pegado a sus hojas hasta el final.
Catherine Hermary-Vieille,
"Loca de amor",
Ed. Martínez Roca,
México 2001,
335 páginas.