domingo, 20 de agosto de 2017

«Danzas de Galanta»... La obra cumbre de Zoltán Kodály

Hace mucho prometí que un día hablaría de las «Danzas de Galanta», o como se dice en húngaro «Galántai Táncok», una obra compuesta para el aniversario 80 de la Sociedad Filarmónica de Budapest por Zoltán Kodály (1882 - 1967), basada en música gitana. En esta obra, que homenajea en su título a la ciudad donde el compositor pasó su infancia, el compositor húngaro recrea con la orquesta sinfónica el color del folclore húngaro.

Escritas tras ese encargo de la Sociedad Filarmónica de Budapest, estas «Danzas de Galanta», fueron estrenadas en la capital húngara el 23 de octubre de 1933. Como digo, Kodály había vivido su infancia en el pueblo de Galanta, una localidad húngara musicalmente famosa por disponer de una orquesta cíngara estable. Su padre era jefe de estación en esa localidad que tenía el honor de ser una de las paradas de la línea de ferrocarril Viena-Budapest que vertebraba el agonizante imperio austrohúngaro. Como en cualquier otra ciudad del mundo, las gentes de Gálanta cantaban y bailaban. Y cuando la Sociedad Filarmónica de Budapest encargó al ya consagrado y veterano Zoltan Kódaly una obra para conmemorar el 80º Aniversario de su fundación, el compositor húngaro echó mano de las canciones de su pueblo, de su infancia, que eran canciones que lo mismo le cantaban a los marciales húsares del XVIII que a los cíngaros errantes.

Al parecer, algunas de las danzas ejecutadas por dicho conjunto fueron publicadas en una colección de la que tal vez se sirvió Kodály. Con todo, el maestro húngaro dejó testimonio en esta colección de danzas de su enraizamiento con el folklore húngaro, adaptando a su visión sonora los aires exóticos y nostálgicos, siempre indomables, que desprende dicha música popular. Las Danzas de Galanta constituyen una de las obras más famosas de Kodály y su popularidad se debe especialmente al extraordinario hilo rítmico que siguen y a la brillantez de la escritura orquestal. La forma del conjunto se aproxima a la de un rondó, tras una lenta introducción seguida por la exposición temática del clarinete, concluyendo la obra con una espectacular y muy desarrollada coda.

Disfruten esta bella composición:



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