Antonio Caldara (c. 1670-1736) puede considerarse, sin duda, un compositor semi-olvidado de quien rara vez se escucha algo y cuyo descubrimiento puede resultar tan deslumbrante como el caso de su contemporáneo Antonio Vivaldi (1678-1741). Caldara, se mantuvo activo casi toda su vida en su nativa Venecia y sólo pasó sus últimos 20 años como compositor en la corte de Viena. En este disco que recomiendo escuchar esta semana, se conjuga una música realmente maravillosa —en ningún sentido solemne— con una interpretación tremendamente imaginativa, vibrante y emotiva que lo mismo lleva a un sentimiento de gozo inconcebible, que a una profunda conmoción que conduce a uno al borde de las lágrimas.
Este disco es una verdadera joya musical que vale la pena escuchar con el recogimiento debido o con los audífonos bien puestos, ya que se trata de una grabación impecable en la que todos los intérpretes son de primerísima línea bajo René Jacobs, quien hace de esta obra una experiencia maravillosa. Y es casi seguro que de no ser interpretada de esta forma tan apasionada y poderosa, el resultado auditivo y emocional no sería el mismo. Este es un evidente ejemplo de cómo una obra se beneficia de una intepretación original y alejada de cualquier aspecto rutinario. De verdad, ¡vale mucho la pena!
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