Ante el público asistente, integrado en su mayoría por sacerdotes y religiosos —incluido un obispo— casi todos conocedores y amantes de la música clásica, los niños y jovencitos arrancaron plausos y más aplausos que pidieron un encore en reconocimiento a su talento.
En medio de un mundo «caótico», es maravilloso encontrarse con esta singular Orquesta Sinfónica Juvenil e Infantil de la Delegación Cuauhtémoc y, además, con la paciencia y dedicación del Maestro Sánchez Ríos, quien, en determinado momento dejó a un lado la batuta para tomar el contrabajo y cambiarlo luego por la flauta, remontándome a aquellas épocas antes de Mozart en que el director de orquesta no utilizaba la batuta..
Los niños y jóvencitos de ambos sexos integrantes de la orquesta dieron una hermosa muestra de su vocación musical al interpretar obras de grandes compositores como Händel, Beethoven, Charpentier, Dowland, Vivaldi y Telemann, a quien repitieron en el encore, por eso destaco en el título de esta entrada a este gran compositor del barroco (Magdeburgo, Alemania, 14 de marzo de 1681 – Hamburgo, Alemania, 25 de junio de 1767).
El talento de Telemann se une a estos pequeños, pues este hombre fue un autodidacta en música de quien realmente se puede decir que siguió a esta como vocación: Telemann estudió leyes en la Universidad de Leipzig y fue contemporáneo de Johann Sebastian Bach y amigo a lo largo de toda su vida de Georg Friedrich Händel, aunque no tuvo nunca la fama de estos y de sus demás amigos compositores.
Telemann fue tan dedicado a la música que resultó tan prolífico que nunca fue capaz de contar el número de sus composiciones. Disfrutó su música y toda la música de su tiempo, viajó mucho, absorbiendo diferentes estudios musicales e incorporándolos a sus propias composiciones. Consiguió una serie de cargos importantes, culminando con el de director de música de las cinco iglesias más grandes de Hamburgo, desde 1720 hasta su muerte, en 1767, en donde le sucedió su ahijado Carl Philipp Emanuel Bach quien aprendió mucho de él. Y es que es importante destacar que, ciertamente, el amor a la música es una vocación, un llamado a darle un lugar especial en la mente y en el corazón y que se cultiva desde pequeños.
Hay niños que desde pequeñitos gustan de silbar, cantar y hacer sonidos con sus dedos sobre la mea, como si tuvieran una flauta, una trompeta o un instrumento de percusión. Hay otros que no se conforman con eso, se apasionan, y quieren aprender para tocar más y mejor algún instrumento en concreto. Ése es el caso de los integrantes de la Orquesta Sinfónica Infantil y de la Juvenil, de la Delegación Cuauhtémoc, en la ciudad de México que llegan, según comenta el Maestro Sánchez Ríos, desde los 6 años de edad cumpliendo los requisitos de saber leer y presentar una copia del acta de nacimiento del niño y de la credencial del IFE del padre o tutor. La Casa de Cultura Santa María la Ribera –ubicada en Jaime Torres Bodet 160, esquina con Salvador Díaz Mirón, en la Colonia Santa María de la Ribera– recibe niños hasta de 14 años de edad. Por su parte, la Orquesta Sinfónica Juvenil está formada por muchachos que tienen entre 15 y 21 años. De tal manera que no hablamos de un conjunto de profesionales, sino de niños y jovencitos amantes de la música que llegan luego a ser profesionales.
El público tuvo especial reconocimiento para los violonchelistas Gloria Salazar Castro y Esteban Amezcua Gómez, quienes ejecutaron diversos movimientos del Concierto para violonchelo, de Antonio Vivaldi con una soltura «contagiante» que me hizo pensar que así saltaron a la fama grandes concertistas como Yo Yo Ma y Sol Gabetta.
Disfrutemos ahora de unos videos de la Mestro Antonio Sánchez Ríos y de música de Telemann.
¡Felicidades Maestro Antonio Sánchez Ríos!
Música de Telemann:
Yo Yo Ma:
Sol Gabetta:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario