domingo, 16 de junio de 2013

«ESTANCIAS»... Un deleite musical de Alberto Ginastera

El compositor Alberto Ginastera es una de las figuras más destacadas de la música latinoamericana. En 1937, un año después de haber egresado del Conservatorio Nacional de Buenos Aires, compuso las Danzas Argentinas para piano y el ballet Panambí, que establecieron firmemente su reputación como compositor nacionalista. Ginastera (1916-1983) nació en Buenos Aires de padre catalán y madre italiana y estudió en el Conservatorio Williams de esa ciudad hasta su graduación en 1938. Posteriormente viajó a Estados Unidos, donde conoció a Aaron Copland y asistió a sus clases en Tanglewood. Una vez completada su formación, combinó su labor compositiva con la creación de diversos conservatorios y facultades de música en Argentina y la docencia en todas ellas, convirtiéndose tanto en el compositor más importante de la música argentina como en una figura clave para el desarrollo de la enseñanza musical en su país. Entre sus alumnos estuvo el célebre bandoneonista y compositor Astor Piazzolla.

La obra de Ginastera se ha dividido en tres períodos: 1) Nacionalismo Objetivo (1934-1947), en donde el autor emplea los temas del folklore de su país, dentro de la tradición de la música tonal. 2) Nacionalismo subjetivo ( 1947- 1957), en donde las citas al folklore son menos evidentes e integra símbolos subjetivos que crean un estilo original de carácter argentino 3) Neo- Expresionismo ( 1958- 1983), en donde combina elementos de vanguardia como surrealismo mágico y el método dodecafónico.

En el último período que abarca la cuarta parte de su vida, Ginastera se volvió más internacional y abandonó la corriente nacionalista. Son representativos de esta tendencia sus conciertos para piano, violonchelo y violín. También posee una trilogía de óperas que fueron bien recibidas en su momento: Don Rodrigo (1964), Bomarzo (1967) y Beatriz Cenci (1971). Las tres óperas lo establecieron como el compositor latinoamericano más importante del momento. Sin embargo estas obras se basan en libretos que son completamente europeos.

Pero yo quiero hablar de «ESTANCIAS», la Suite del ballet Estancias Op. 8. Compuesta en 1941 es tal vez la obra más popular de este autor y la que ha sido más interpretada. La razón obedece al gusto de las grandes masas de oyentes por la música vibrante y contagiosa de sus danzas extraídas del folklore de las pampas argentinas. En alguna ocasión he podido escuchar interpretaciones en vivo de esta música y la recepción por parte del público siempre ha sido excelente.

La suite Estancias de unos 15 minutos de duración se estructura en diversas secciones.

1. Los trabajadores agrícolas: 2:56
El primer movimiento lleva este título y representa a los rudos gauchos que empiezan su jornada de trabajo, claramente caracterizados por un ritmo agresivo e incesante, marcado por una fiera y amplia batería de percusionistas. 

2. Danza del trigo 3:41
El segundo movimiento es un interludio más tranquilo, lírico e incluso sensual, en el que la melodía es introducida suavemente por la flauta y retomada por los violines.

3. Los peones de hacienda 4:30
El tercer y más corto movimiento, vuelve a traernos los ritmos obsesivos y la percusión hipertrofiada usada para describir a los gauchos, rudos y viriles.

4. Danza final (Malambo) 3:40
La Danza final es una muestra de la exuberancia musical y rítmica del folklore argentino, tiene una característica estructura rítmica de seis compases de seis por ocho, divididos en dos grupos de tres. En este movimiento se representa una competición de baile entre los gauchos en la que gana el último que consigue mantenerse en pie. El resultado es una explosión de energía cinética, con un ritmo ostinato que va creciendo en intensidad, complejidad y tempo.

Un año después de haber estrenado de manera exitosa el Ballet Pananbí, en 1940; Lincoln Kirsten, el director de la Compañía de Ballet Caravan de los Estados Unidos le comisionó un segundo ballet a Ginastera que se llamaría Estancia. Si bien la compañía de ballet se desintegró en 1942, posponiendo la premier del ballet en unos diez años, Ginastera extrajo una suite orquestal de la partitura que fue presentada con bastante éxito en 1943. Esta obra, junto con otras piezas cortas y espontáneas como “Malambo” (1940), “Cinco canciones argentinas” (1943) y Obertura para el “fausto criollo” (1943) contribuyeron a consolidar la reputación de Ginastera como el compositor latinoamericano mejor formado técnicamente y mas expresivo, dentro de la corriente del nacionalismo musical.

La presente obra se inscribe en el segundo período de Ginastera llamado Nacionalismo Subjetivo, donde emplea elementos del folklore local, sin dar la cita explícitamente. La música del ballet es bastante clara y transparente creando una atmósfera adecuada a cada escena. Se perciben de manera nítida los timbres de cada instrumento. Nos encontramos en esta obra con el empleo de la politonalidad y algunas armonizaciones modernas y disonancias de mucho efecto. La orquestación es de líneas sencillas dentro del estilo neoclásico, quizás influenciado por Stravinski y Copland. La inclusión fragmentos del texto de Martín Fierro, cantados y recitados establece un vínculo directo con la vida en las Pampas Argentinas.

La Danza final, Malambo, que concluye la obra en un clímax de fogosidad, alegría y fiesta presenta ritmos del folklore criollo de gran fuerza y vitalidad. Se caracteriza por un tiempo rápido y un movimiento de corcheas en compás de 6/8.

El ballet Estancia, del que se extrae la suite, está libremente basado en la epopeya nacional argentina Martín Fierro, de José Hernández, que describe la vida de los gauchos en la pampa en términos heróicos. En el ballet, un muchacho de ciudad llega a la pampa y tiene que dominar todas las habilidades atléticas de los gauchos para ganar el amor de una bella ranchera.

Escucharemos aquí la versión tal y como la interpretaron Gustavo Dudamel y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar en los Proms de 2007. 




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