Hay obras de música clássica de grandes compositores que no son muy conocidas y por lo tanto son muy poco interpretadas, sonre todo música sacra, que ha quedado casi en el olvido. Tal es el caso de la obra que hoy quiero compartir y de la que casi no hay datos.
Todos conocemos la inmensa cantidad de música que Mozart compuso, ya he hablado en otras ocasiones de él. En el año de 1768 Leopold Mozart pasa todo el año con sus dos hijos en Viena, donde Wolfgang (Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart) completa en entre otras cosas, el Singspiel “Bastian y Bastinana “. Durante esta segunda estancia en Viena, Mozart escribe su primera Misa, probablemente entre Octubre y Noviembre. Un trabajo modesto para un conjunto dos violines, viola, bajo, órgano y coro.
Aunque el trabajo reporta una gran innovación en los modelos de Salzburgo, la habilidad del compositor de 12 años de edad en aquel entonces, es sorprendente. En el Gloria él resuelve este por una motivante relación de los todas las líneas melódicas, una técnica que habrá de desarrollarse hacia un arte refinado en sus posteriores Misas de Salzburgo.
Parece ser que fue un Jesuita, Ignaz Parhammer, rector del orfanato de Rennweg, quien por el ardor que le muevía en lo tocante a la «música divina», invito al adolescente prodigioso a componer piezas religiosas.
Las primeras misas de Mozart se mueven en una estructura de «stilus mixtus», típico del tardobarroco y alejado de la pureza de la música sacra; y oscilarán hasta la madurez, en una inspiración más sobria y una visión más «italiana» y coloreada, entre un género de misa más íntima y expresiva.
En esta misa, de construcción breve y concisa, el vínculo con el estilo más antiguo y riguroso parece todavía firme: la escasa participación de la orquesta, la modesta independencia de las voces, el empleo de materiales ajenos (las obras de J.S. Bach y Händel) y la unidad del estilo y de la melodía son otros tantos signos de la «resistencia» de una tradición musical sacra que el compositor llevaba en la sangre.
Un detalle curioso de la obra es que en esta misa Mozart incluyera las violas como homenaje a la tradición vienesa, mientras que, de vuelta a Salzburgo, en la siguiente misa, que es la KV65 dicho instrumento desaparecerá por completo de la orquesta.
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