En el año 1700 Arcangelo Corelli, de quien ya recomendé una obra de Navidad, llegó Roma y fue poco a poco, ganando fama como intérprete entre los grandes mecenas, era el primer violín de la orquesta del cardenal Ottoboni, sobrino del Papa Alejandro VIII, que vivía en el Palazzo della Cancelleria. En ese tiempo, seguramente, es donde se estrenó la Sonata Op. 5 nº 12, una serie de variaciones sobre “La follia”, un tema del que hablaré en otra ocasión.
La forma más habitual de la música de cámara en la época barroca es la sonata. En en el Barroco "sonata" solo quiere decir lo que quiere decir música para ser tocada (en oposición a cantata, que sería la música para ser cantada). Hoy sería lo que llamamos "música instrumental". Nada tiene que ver, por ejemplo, una sonata de Mozart con las sonatas de Corelli. De hecho, muchas veces a las sonatas se les llama sinfonías, o tocattas, o invenciones. Aún no había habido una estandarización de términos.
Bueno, el hecho es que esta «Sonata Op. 5 nº 12» es la obra que quiero recomendar para escuchar esta semana.
Corelli, que tenía en cierta medida la obligación de componer música para las accademie de Roma, compuso un grupo de doce sonatas que llevaron el número de Op. 5 (en la época era una moda componer obras en grupos de seis o doce, así se compusieron grandes obras como los seis conciertos de Brandeburgo de Bach, o los 12 conciertos de l’Estro Armonico de Vivaldi, o las 12 sinfonías de Londres de Haydn). Estas sonatas, que fueron dedicadas a la Princesa Sofía Carlota de Brandenburgo (muchos nobles europeos vivían en Roma dada su importancia como sede papal, por ejemplo la primera patrona romana de Corelli, la reina Cristina de Suecia), fueron el mayor éxito editorial de la historia de la música hasta que llegó un tal Haydn casi cien años después y se hizo famoso por toda Europa. Nada menos que 42 ediciones de esta obra se conservan en Europa entre 1700 y 1800, en una época en la que publicar (y más, publicar música) era una cosa carísima que nadie podía permitirse si no iba a ser mínimamente rentable. De hecho, Arcangelo Corelli es el primer compositor famoso solamente por sus composiciones instrumentales y no operísticas y el primero en producir obras que se consideraron como «clásicos» y que se seguirían tocando y estudiando mucho después de su muerte.
De estas 12 sonatas, 6 son da camera, y 6 da chiesa, una distinción que en principio afectaba al lugar donde iban a ser interpretadas, si en la iglesia (chiesa en italiano) como parte de un servicio religioso, o en la camera, o sea la cámara palaciega, en concierto.
Normalmente las sonatas corellianas tienen 4 movimientos, con alternancia lento-rápido-lento-rápido. En las sonatas Op. 5 las 6 primeras, las que son da chiesa, tienen cinco movimientos, intercalando una fuga entre los 4 movimientos canónicos. En cambio las 6 finales, tienen todas 4 movimentos con las danzas típicas de la suite barroca: allemanda-corrente-sarabanda-giga, aunque hay excepciones. Esta sonata, la número 12, «La Follia», en cambio, es excepcional tanto formalmente como por número de movimientos.
La folía (follia significa locura en italiano) no es una sonata como las demás. Sólo tiene un movimiento y en realidad, es un tema con variaciones sobre una melodía que se conocía en Europa desde el siglo XIV, y que por lo que se ve, tiene sus raíces en Portugal. También se ha dicho que era de procedencia española, ya que el ritmo que tiene recuerda al de una sarabanda, que era una danza de origen español. Corelli presenta 23 variaciones en todos los estilos, en varios compases diferentes y con todas las argucias técnicas posibles en la época.
Dejo dos versiones:
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