El compositor Alexander Borodin (Aleksandr Porfírievich Borodín) nació en San Petersburgo, Rusia, el 12 de noviembre de 1833 y murió allí mismo el 27 de febrero de 1887). Fue un compositor que combinó la música con la química y de eso último precisamente vivió, pero su actividad profesional no le impidió que nos brindara obras tan bellas como sus Danzas Polovsianas, o sus Etepas del Asia Central, tampoco le impidió ser uno de los pilares de la música nacionalista rusa.
En su adolescencia Borodin aprendió a tocar el violonchelo, obteniendo gran experiencia en música de cámara y un conocimiento íntimo de el repertorio de Europa occidental, en general, su formación musical fue cualquier cosa menos sistemática, y es significativo que una parte importante de su educación musical fue autodidacta, durante sus años de estudiante en la Academia de Médicos de San Petersburgo.
Entre 1853 y 1854 compuso un quinteto de cuerdas que es una de las primeras obras de cámara de Rusia de la persuasión nacionalista.
Debido a su profesión como químico se trasladó en aquel entonces a Alemania para realizar un Doctorado, allí conoció y se comprometió con Ekaterina Serguiéievna Protopopova, que estaba siendo tratada allí de la tuberculosis. Aconsejada por su médico para pasar a un clima más cálido, ella y Borodin, viajan a Italia en octubre de 1861. En Pisa Borodin tenía trabajo garantizado en el laboratorio de dos conocidos químicos, Lucca y Tassinari, donde estuvo por mucho tiempo. Según el Diario de Ekaterina, se habla en ese entonces de una intensa labor de Borodin en un Quinteto para Piano en Do menor, que finalmente fue terminado el 17 de julio durante unas vacaciones de verano en la ciudad costera de Viareggio.
Sin duda, la influencia de Ekaterina fue crucial en la composición de este quinteto, alentado también por la particular admiración de Borodin hacia Chopin, Liszt, Schumann, Glinka y Mendelssohn. Pero lo más importante de esta composición es la calidad puramente original, personal y madura de esta obra de Borodin. El lenguaje armónico que utiliza es todavía tradicionalmente tonal, pero el elemento popular de Rusia asume su mayor importancia aún, y la forma es más libre que en ninguna de las primeras composiciones de Borodin. De hecho, el sistema formal tradicional, se revierte completamente.
Ya desde los primeros acordes del piano la imaginación nos transporta a Rusia, en una gran atmósfera algo melancólica. Luego el violín se hace cargo de la obra con una especie de danza que da origen al segundo alegre movimiento, hasta que comienza el piano un segundo tema mas lento y dulce como un bonito pero algo melancólico recuerdo. Que se comportaría como trio del scherzo. Luego comienza nuevamente la danza hasta el final.
El tercer movimiento representan más de la mitad de la longitud total del quinteto y es el único movimiento en forma sonata. La idea principal es un hermoso tema algo melancólica, impregnada de espíritu popular de Rusia. Debido a la ambigüedad tonal de los analistas no están de acuerdo sobre lo que constituye el segundo tema. Grandes conocedores expresan que esta obra es un himno ensoñador que nos transporta a una idílica Rusia. El final es bellísimo.
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