viernes, 5 de septiembre de 2014

Cápsula Bíblica 1294

A veces he escuchado a alguien decir: "Padre, es que yo leo la Biblia y no se me queda nada". Lo mismo le decía un joven novicio a San Arsenio y él mandó al joven a sacar agua de un profundo pozo con un canasto empolvado y sucio. Después de una hora le preguntó: ¿has logrado sacar agua? —Nada, respondió el muchacho- toda se sale por las rendijas del canasto. ¿Y el canasto cómo ha quedado? Preguntó el maestro.- Ah, el canasto quedó bien limpio—. Mira, le dijo San Arsenio: eso es lo que hace en tu vida la lectura de la Biblia: aunque no se te quede casi nada en tu memoria, la Palabra te va manteniendo el alma pura y limpia y va alejando de ti la mancha del pecado y la basura de los vicios”. Por eso, uno de los biblistas más famosos de este siglo al obsequiarle una hermosa Biblia a uno de sus mejores discípulos le puso esta dedicatoria en la primera página: "Este libro te mantendrá alejado del pecado, o el pecado te mantendrá alejado de este libro". 

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