Hoy traigo música de Dieterich Buxtehude, un hombre cuya fecha exacta de su nacimiento se desconoce. No se sabe con certeza ni el año, aunque se cree que fue hacia 1637, con el nombre de Diderik Buxtehude. En vida, germanizó su nombre y firmaba como Dieterich Buxtehude. Otras versiones de su nombre son Dietrich y Diderich. Los eruditos discuten tanto la fecha como el lugar de nacimiento, aunque hoy en día se ve como fecha probable el 1637 y como lugar Helsingborg, Escània, hoy parte de Suecia que en aquel entonces pertenecía a Dinamarca. En su obituario, en el Nueva literaria "Maris Balthici"" de 1707 se afirma: "Cuando vino a nuestra región reconocía Dinamarca como su país natal; vivió cerca de setenta años". De otras, aun así, afirman que nació a Bad Oldesloe, en el Ducado de Holstein, hoy Schleswig-Holstein, en Alemania, que a la sazón formaba parte de la Monarquía danesa. Dieterich era hijo de un organista, heredando así el talento de su padre, Hans Jensen Buxtehude.
Todas las composiciones para órgano de este gran músico forman parte del repertorio habitual para este instrumento. fue uno de los organistas más célebres de la escuela alemana del órgano barroco. Durante la mayor parte de su vida fue organista en la Iglesia de Santa Maria (Marienkirche) de Lübeck, Slesvig-Holstein. Como compositor produjo una amplia variedad de piezas vocales e instrumentales, y su estilo influyó en muchos compositores, incluido Johann Sebastian Bach. Hoy en día es considerado el compositor alemán más destacado de su tiempo, junto a Heinrich Schütz y Bach.
El 1673 instituyó los "Abendmusiken" (Conciertos de Adviento), que atrajeron músicos de otros lugares y continuaron celebrándose en la iglesia hasta el 1810. Esta, como toda la obra de Buxtehude, se distingue por sus preludios y corales, el aspecto complejo y grandioso de su arquitectura, la invención melódica y rítmica y la riqueza del contrapunto. Estos conciertos se interpretaban todas las tardes de los domingos de Adviento, incluso años después de la muerte del compositor. Era tal la belleza, que aquello abría el corazón para pensar en la venida del Mesías y en que un día volvería para llevarnos a gozar de la música del cielo.
Sus contemporáneos lo consideraban como el mejor organista de su época y los conciertos de Adviento atraían a muchos músicos que querían verlo y algunas veces sentirse honrados con la ejecución de alguna de estas obras. Aquí les dejo simplemente una "probadita" de esta preciosa música:
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