sábado, 6 de julio de 2013

Cápsula Bíblica 872

El auténtico profeta en la Biblia, es un vocacionado; no parte de él la iniciativa sino de Dios, que le compromete, aun a pesar suyo. La misión del profeta es una tarea ardua y difícil y, además, poco popular; tendrá que enfrentarse con el pueblo y con las autoridades; muchas veces no le harán caso e incluso sufrirá la persecución. Este llamamiento de Dios, en la Sagrada Escritura, se dirige a personas de toda condición social: del orden sacerdotal, como Jeremías y Ezequiel; de familia acomodada, como Isaías; un simple vaquerizo, como Amós...; es Dios quien les otorga la capacidad para su misión.

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