domingo, 7 de julio de 2013

Cápsula Bíblica 873

El canon del Nuevo Testamento tiene cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Si echamos un vistazo a estos escritores inspirados nos damos cuenta de que forman dos bloques distintos: por un lado, Mateo, Marcos y Lucas, y por otro, Juan. ¿Por qué esta división? Porque los tres primeros ofrecen entre sí unas coincidencias que no tienen con el de Juan. Por razón de estas coincidencias se les llama «sinópticos». Al margen quedan los llamados «evangelios apócrifos» (apókryfos = oculto, de 'apo-kryptein' = ocultar, disimular, encubrir). Son escritos posteriores a los canónicos y pretenden rellenar sus lagunas con narraciones fantásticas sobre la vida de Jesús, de María, de José, o bien tienen concepciones teológicas de carácter tendencioso, motivos por los que la Iglesia los rechazó como inspirados. Son muy numerosos: Evangelio de los Hebreos, de los Egipcios, de los Ebionitas, de Pedro, de Matías, de Felipe, de Bartolomé, de Nicodemo, etc.

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