domingo, 21 de julio de 2013

El Adagio de Albinoni... una obra de Giazotto que se atribuye a Tomaso Albinoni

Cuando uno se adentra en el mundo de la música clásica, se topa con cosas tan interesantes como la que brota de la curiosidad de haber escuchado el llamado: «Adagio de Albinoni», un Adagio en sol menor es una obra para orquesta de cuerdas y órgano en sol menor, compuesta en 1945 por el musicólogo italiano Remo Giazotto pero atribuida a Albinoni por él mismo.

Publicado por primera vez en 1958 por la editorial Casa Ricordi, el editor lanzó como argumento de venta que el autor se había basado en unos fragmentos de un movimiento lento de una sonata a trío de Tomaso Albinoni presumiblemente encontrados en las ruinas de la Biblioteca de Dresde tras los bombardeos de la ciudad acaecidos en la Segunda Guerra Mundial, cosa que el mismo Giazotto admitió, pero nunca se ha encontrado una prueba seria de la existencia de tales fragmentos; por el contrario la «Staatsbibliothek Dresden» ha desmentido formalmente tenerlas en su colección de partituras. El hecho interesante es que Remo, en lugar de reclamar su obra, delegó la propiedad intelectual de la misma. Tal vez era consciente de que una obra así no tenía cabida en el repertorio contemporáneo y pretendía darla a conocer como barroca. En cualquier caso, el resultado es que al final Tomaso Albinoni es más conocido por la única obra que jamás creó y sin duda una de las piezas clásicas más conmoverdoras del mundo.

Tomaso Giovanni Albinoni fue uno de los compositores italianos (Venecia 1671-1751) del barroco más famosos. En su época Albinioni fue muy conocido como compositor de ópera llamados «dilettanti» del siglo XVIII, que eran algo así como los artistas de hoy. Actualmente es más conocido por su música instrumental —parte de la cual se graba con regularidad— debido a que su música vocal cayó muy pronto en el olvido.

El tema de este singular Adagio tiene, además, algunas semejanzas con el principio del tema del Adagio sotenuto del primer Trío, opus 33, por piano, violín y violoncelo de Louise Farrenc, datado de 1841. Suele estar orquestado para orquesta de cuerdas y órgano, aunque a veces lo está sólo para cuerdas.

Sea como fuere los invito a dejarse llevar por esta maravillosa obra para orquesta, cuerdas y órgano que, desde la melancolía de sus primeros compases, crece en fuerza y determinación como quien está dispuesto a seguir adelante...


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