miércoles, 16 de noviembre de 2011

Cápsula Bíblica 275

El deseo de la Iglesia y el objeto de todo estudio bíblico es que se logre "aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura, atestiguando por la venerable tradición de los ritos litúrgicos, tanto orientales como occidentales" (Vaticano II, Constitución sobre la Liturgia #24). Debemos «amar» la Biblia, como se ama la voz de una persona muy querida. Y ya sabemos que para llegar a amar de veras a alguien es necesario aceptarlo con sus virtudes y sus defectos, con sus valores y sus limitaciones es También para amar la Biblia hay que comenzar por no idealizarla, queriendo que sea como nosotros desearíamos que fuera: es preciso aceptarla tal cual es. Y cuanto más la «amemos», más y mejor la entenderemos.

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