Ayer se celebró en México el Día Nacional del Libro, que fue establecido por decreto presidencial en 1979, para conmemorar también, cada 12 de noviembre, el natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz. Así, desde hace 30 años, este día lleva el propósito de divulgar el libro y la lectura en el país, además de conmemorar el natalicio de la máxima poetisa mexicana. Al igual que otros países como Argentina, Chile, Cuba y Panamá, México estableció su Día Nacional del Libro con el propósito de promover de la manera más amplia los beneficios del máximo instrumento de transmisión cultural en la historia de la humanidad.
Para esta semana quiero entonces dejar para lee,r un drama de Sor Juana Inés de la Cruz llamado "Los Empeños de una Casa" y además invitarles a leer su espistolario. Sor Juana es ciertamente es una de las figuras más representativas de las letras hispanas. Teniendo en cuenta la época que le tocó vivir, podemos decir que fue una mujer que se adelantó a su tiempo logrando superar las fronteras impuestas socialmente en tiempos coloniales a las mujeres.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació el 12 de noviembre de 1648 en Neplanta (Estado de México). Fue hija natural de la criolla Isabel Ramírez y del vasco Pedro Manuel de Asbaje. Sumamente inteligente, aprendió a leer a los tres años cuando a escondidas de su mamá, acompañaba a su hermana mayor a sus clases y surgió en ella un deseo tan grande de aprender a leer que le mintió a la maestra diciéndole que su madre ordenaba que también a ella le diese la lección.
Su crianza estuvo a cargo del abuelo materno, Don Pedro Ramírez, en una hacienda de Panoayán, México hasta que murió éste en 1656, y por orden de su madre se trasladó a la capital. Allí estuvo bajo la tutela de su hermana, María Ramírez, y tomó clases de latín con el bachiller Martín de Olivas, logrando dominar la lengua latina con tan sólo veinte lecciones.
Cuando tenía apenas trece años, Juana Inés fue llamada a la corte virreinal para servir como dama de la virreina doña Leonor Carreto, Marquesa de Mancera, quien era una dama muy culta y sentía un gran amor por las letras. El ambiente de la corte influyó definitivamente en la formación de la pequeña Juana Inés, pues los virreyes protegieron a Sor Juana de manera decidida. El virrey, asombrado por la sagacidad demostrada por Juana, convocó a cuarenta letrados de varias facultades para que le aplicaran a la joven una prueba extraordinario y ésta, dejando sin argumentos a los académicos, superó el examen en condiciones de excelencia, lo cual despertó una gran admiración hacia su persona.
El 14 de agosto de 1667, poco antes de cumplir los 16 años, ingresó al Convento de San José, de las Madres Carmelitas Descalzas, escogiendo así un camino de vida propio que no era ni la corte ni el matrimonio, del que tantas veces renegó. Tomó esta decisión ya que era la única opción que tenía una mujer, en aquel entonces, para poder dedicarse al estudio. Apenas tres meses después de su ingreso, se vio forzada a abandonar el convento, pues la severa disciplina de la orden hizo grandes estragos en su salud.
Un año y medio permaneció en Palacio y después regresó a la vida de religiosa, esta vez en el convento de San Jerónimo, también una orden de clausura, pero más flexible que la anterior. El 24 de febrero de 1669 hizo su Profesión Perpetua y se convirtió en Sor Juana Inés de la Cruz. Allí escribió la mayor parte de su obra y alcanzó la madurez literaria, pues pudo compartir sus labores de contadora y archivista del convento con una profunda dedicación a sus estudios. Aunque le fue ofrecido el lugar de Abadesa del convento en dos ocasiones, Sor Juana lo rechazó.
Se dio a conocer con prontitud como escritora, y desde entonces fue solicitada frecuentemente para escribir obras por encargo (décimas, sonetos, liras, rondillas, obras de teatro, etc.), entre las cuales destacó "Neptuno Alegórico" en 1689. Sus motivos variaron siempre de lo religioso a lo profano. En 1692 se hizo merecedora de dos premios del concurso universitario "Triunfo Parténico".
Su amor por la lectura le llevó a armar una colección bibliográfica de cuatro mil volúmenes que archivaba en su celda, que llegó a ser considerada la biblioteca más rica de América Latina de su tiempo. Poseía además instrumentos musicales y de investigación científica, lo que pone en evidencia que su formación intelectual alcanzó las áreas de astronomía, matemática, música, artes plásticas, teología, filosofía, entre otras.
Una carta escrita por Sor Juana Inés de la Cruz al obispo de Puebla, Fernández de Santa Cruz —quien escribía con el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz—, cambió el curso de su vida, en dicha carta criticaba un sermón del padre Vieyra, un jesuita portugués de conocida trayectoria como teólogo. Además de que cuestionaba las distancias entre el amor divino y el amor humano, lo celestial y lo terrenal . Constituye un intenso ensayo autobiográfico y declarativo de principios intelectuales, y que fue el principio de su fin en una sociedad inquisitorial y patriarcal que no podía admitir la genial libertad de espíritu, sobre todo en una mujer. El revuelo que originó esta carta terminó por volverse en su contra cuando el obispo de Puebla, Sor Filotea, o Fernández de Santa Cruz, le instó a dejar las actividades académicas y a dedicarse a las labores del convento. A pesar de que Sor Juana se defendió a través de una carta donde reclamaba los derechos culturales de las mujeres y abogó por su propio derecho a criticar el sermón y formar su propio pensamiento, terminó por obedecer y, renunciando a sus instrumentos y a su biblioteca. Dedicándose por el resto de sus días a la vida conventual.
Sor Juana Inés de la Cruz murió a los 43 años víctima de una epidemia de peste el 17 de abril de 1695. Sor Juana, a la llegada de esta epidemia, se dedicó a cuidar a las monjas enfermas y desafortunadamente se contagió. Fue inmortalizada con el nombre de «el fénix de América», «la Décima Musa» o «la Décima Musa mexicana». Sor Juana Inés de la Cruz ocupó, junto a Juan Ruiz de Alarcón y a Carlos de Sigüenza y Góngora, un destacado lugar en la literatura novohispana. En el campo de la lírica, su trabajo se adscribe a los lineamientos del barroco español en su etapa tardía. La producción lírica de Sor Juana, que supone la mitad de su obra, es un crisol donde convergen la cultura de una Nueva España en apogeo, el culteranismo de Góngora y la obra conceptista de Quevedo y Calderón.
La obra de Sor Juana va de lo religioso a lo profano. Sus obras más destacables son "Amor es más laberinto", "Los empeños de una casa" y una serie de autos sacramentales diseñados para representarse en la corte.
A mí me parece que leyendo su obra "Los Empeños de una Casa" (considerada una de las obras más destacadas de la literatura hispanoamericana tardobarroca y cumbre de la obra en prosa de Sor Juana e incluso de toda la literatura novohispana) y adentrándose en su Epistolario (contenido en 68 páginas) se puede conoce mejor a la "Décima Musa" y es, además, una buena manera de prolongar la celebración del Día Nacional del Libro.
"Cartas"
Editorial VI-DA Global
México, 2010
Sor Juana Inés de la Cruz,
"Los Empeños de una Casa; Amor es más Laberinto",
Editorial Cátedra,
2010
512 páginas
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