La obra dura aproximadamente cincuenta minutos y se puede decir que es una verdadera excepción en la orquestación de Mahler, ya que no se incluyen trombones (es la única sinfonía en la que hace esto) y se pide una orquesta de tamaño “normal”. Es interesante escuchar que la voz de la soprano no interviene más que en el último movimiento y descubrir que en toda la obra destacan los arpegios y escalas de los violonchelos, del corno inglés y el clarinete bajo.
En 1982, Mahler había escrito el quinto lied del Des Knaben Wunderhorn, que dio pie a la composición del cuarto movimiento de esta cuarta sinfonía: “Das himmlische Leben” (la Vida Celestial). Este movimiento debía formar parte, en un principio, de la tercera sinfonía (siendo este un séptimo movimiento que luego fue suprimido) y luego Mahler decidió hacer de este el final de su cuarta sinfonía y concibió los tres primeros movimientos en función del que ya tenía. Por lo cual su composición le llevó bastante tiempo.
La música de este obra es lírica y clásica, bien lejos de las composiciones más dramáticas que le son posteriores. El primer movimiento hace oír campanillas y temas de carácter de danzas campesinas. El segundo introduce un violín desafinado solo, dando un lado rústico a la división. El adagio es de una gran amplitud y juega sobre todo sobre las cuerdas, contrariamente a las dos primeras partes. Se termina por un tutti, introduciendo el último movimiento vocal. El texto del lied, cantado por una voz de soprano, enuncia los placeres gastronómicos del cielo. La orquesta termina por borrarse después de haber reanudado los temas campesinos del primer movimiento.
Es una pieza que vale la pena escuchar no una, sino varias veces para saborearla. Aquí les dejo en video a la Filarmónica de Viena (Wiener Philharmoniker) dirigida por Leonard Bernstein interpretando la Cuarta Sinfonía de Gustav Mahler. ¡Qué la disfruten!
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