lunes, 31 de octubre de 2011

Cápsula Bíblica 259

El deseo de la Iglesia y el objeto de toda iniciación bíblica es que se logre "aquel amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura, atestiguando por la venerable tradición de los ritos litúrgicos, tanto orientales como occidentales". Así afirma el Concilio Vaticano II en su Constitución sobre la Liturgia # 24. Sí, debemos «amar» la Biblia, como se ama la voz de una persona muy querida. Pero ya sabemos que para llegar a amar de veras a alguien es necesario aceptarlo con sus virtudes y sus defectos, con sus valores y sus limitaciones. También para amar la Biblia hay que comenzar por no idealizarla, queriendo que sea como nosotros desearíamos que fuera: es preciso aceptarla "tal cual es". Y cuanto más la "amemos", más y mejor la "entenderemos".

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