domingo, 23 de octubre de 2011

Vasíli Sergéyevich Kalínnikov... Música de un compositor ruso desconocido

Para esta semana tenemos música rusa de un compositor que no es muy conocido, o quizá deba decir, no es nada conocido: el compositor ruso Vasily Sergeievich Kalinnikov (1866-1901), en ruso Василий Сергеевич Калинников).

Quizá tenga que empezar por presentarlo y hablar un poco de él. Vasily fue hijo de un gendarme. Estudió primero en el seminario de Oriol, convirtiéndose en el director del coro a los catorce años de edad. Más tarde salió e ingresó al Conservatorio de Moscú y con una beca logró estudiar en la Escuela de la Sociedad Filarmonica de Moscú, donde recibió lecciones de fagot y composición por parte de Aleksander Ilinski. Ejecutó el fagot, el tímpano y el violín en orquestas de teatro y complementó sus ingresos trabajando como copista de música.

En 1892, fue recomendado por Tchaikovski para ser el director del Teatro Mali y, más tarde, ese mismo año, dirigió el Teatro Italiano de Moscú. Sin embargo, debido al empeoramiento de su tuberculosis, Kalínnikov tuvo que dimitir de sus compromisos y trasladarse al sur, al cálido clima de Yalta, en Crimea. Vivió allí el resto de su vida y fue en ese lugar donde escribió la principal parte de su obra, incluyendo sus dos sinfonías y la música incidental para el Zar Boris de Alekséi Tolstói. Exhausto, murió tempranamente de tuberculosis (aunque se afirma también que murió de hambre en la miseria total) el 11 de Enero de 1901, a solo dos días de cumplir sus 35 años.

Podemos decir que fue un músico inspirado, pero sin la hondura lírica de Tchaikovsky ni la de Rachmaninov (quien lo apoyó también), y sus dos sinfonías están llenas de hermosas atmósferas y reminiscencias rusas como probablemente pocos compositores contemporáneos suyos. La primera tiene una cierta influencia de Debussy. Para el mundo su música ha quedado prácticamente en el olvido, entre otras cosas porque escribió muy poca música.

Kalínnikov es mejor conocido por su Primera Sinfonía, escrita entre 1894-95 y realizada con temas representativos de la música popular nacional. En Rusia sus dos sinfonías permanecen como un tesoro, a pesar de ser sinfonías de juventud, y con ciertos pasajes demasiado superficiales con una orquestación un poco pobre. Por otra parte, es una maravilla  su veta lírica y la belleza de los temas que las vuelven simplemente encantadoras. La interpretación de la Orquesta Sinfónica Nacional de Ucrania es maravillosa, y la dirección orquestal de Theodor Kuchar es fantástica.

¡Estoy segurísimo que les gustará!





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