domingo, 6 de marzo de 2011

La Sinfonía N° 1 de Mahler... una delicia para los oídos

Escuchar a Gustav Mahler es siempre una delicia. Nacido en Bohemia, actualmente República Checa, el 7 de julio de 1860, fue un compositor y director de orquesta bohemio-austriaco. Sus composiciones se encuentran entre las obras del Postromanticismo más importantes. La gran originalidad de su genio creador y del auge del nazismo en Alemania y Austria, debido a su condición de judío, hicieron que su obra se catalogara en un principio como "degenerada" y "moderna". Lo mismo sucedió con otros compositores, caídos en desgracia ante el Tercer Reich. Sólo al final de la Segunda Guerra Mundial y por la decidida labor de directores como Bruno Walter, Otto Klemperer y, más tarde, Bernard Haitink o Leonard Bernstein, su música empezó a interpretarse con más frecuencia en el repertorio de las grandes orquestas. 

Mahler murió en la ciudad de Viena de una endocarditis bacteriana en estado avanzado que se fue complicando. Su último deseo era morir en Viena y terminó allí sus últimos días en un sanatorio. Falleció cerca de la media noche, el 18 de mayo de 1911. La era de los grandes sinfonistas vieneses, iniciada cerca de 200 años antes, llegaba a su fin.
 
Son diez las sinfonías de su catálogo si bien la última quedó inacabada a su muerte. De ellas, las números 2, 3, 4, y 8 –la que le concedió en vida el único sonado triunfo en su estreno– incluyen la voz humana, amplificando hasta extremas consecuencias el complejo modelo coral de Beethoven en la última parte de su Novena.  
La Sinfonía n.º 1 (Titán) en re mayor de fue compuesta en el año 1888.

En un principio, fue concebido como un largo poema sinfónico. Mahler le llamó "Titán" por la novela de Jean Paul, aunque especificó que la sinfonía no se basaba en absoluto en ella. Al estrenarse, fue acusada de desafiar todas las leyes de la música, siendo calificada de vulgar y sin sentido. Hoy en día, esta sinfonía es una de las más apreciadas de Mahler, debido a su gran riqueza melódica; al hecho de ser una sinfonía temprana, y por otra parte, no es tan larga como otras de sus sinfonías. ¡Dura tan solo 49 minutos y concuenta y seis segundos!

Consta de cuatro movimientos. Originalmente tenía un movimiento adicional llamado Blumine (Florecillas), que Mahler escribió como música incidental para una obra de teatro. Sin embargo, posteriormente Mahler retiró dicho movimiento; en la actualidad casi nunca se interpreta incluyendo este movimiento con la sinfonía, aunque se oye con cierta frecuencia por separado.

Mahler utilizó en esta sinfonía música procedente de su abandonado proyecto de ópera Rübezahl, que también usó en La canción del lamento. Esta es la portada del disco en el que la he escuchado. En internet puedes escucharla en diversas versiones.



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