viernes, 10 de julio de 2020

Cápsula Bíblica 3412

La Escritura nos descubre que el destino último del hombre, «icono de Dios», no está en la dimensión de este mundo. Somos ya, por nuestra filiación divina, «ciudadanos del cielo» (Flp 3,20). Hay que vivir en la esperanza de «cielos nuevos y nueva tierra, en donde habite la justicia», la paz y la felicidad consumada (2 Pe 3,13; Ap 21,1).

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