domingo, 22 de abril de 2012

La Sinfonía de los salmos... Música de Stravinski para celebrar la beatificación de Madre Inés

La Sinfonía de los Salmos es una sinfonía coral compuesta por Ígor Stravinski en 1930 por encargo de Sergéi Kusevitski para celebrar el 50º aniversario de la Orquesta Sinfónica de Boston y que a nosotros nos viene muy bien para celebrar la beatificación de Madre María Inés teresa del Santísimo Sacramento, que el día de ayer se vio engalanada por el estreno de la Missa "Oportet Illum Regnare", obra especialmente compuesta para la ocasión por el célebre compositor mexicano de música sacra don José Hernández Gama.

He querido elegir para esta semana esta sinfonía de Stravinski por ser una composición sacra que debe su nombre al Libro de los Salmos, ya que estos textos son usados en las partes corales y provienen de la Vulgata en latín. La obra es relativamente breve (poco más de 20 minutos) y está constituida en tres movimientos. Los textos elegidos fueron el salmo 150 (para el tercer movimiento) y partes de los 38 y 39 para los movimientos restantes. Así, la obra se abre con un Exaudi orationen meam para seguir con el Expectans expectavi Domine y terminar con el Laudate Dominum.

Esta obra fue compuesta durante el periodo neoclásico del compositor. Las partes son interpretadas sin interrupción y los textos cantados por el coro. Stravinski escribió partes sustanciales de la pieza en contrapunto fuga, que era ampliamente utilizado en la iglesia en el Renacimiento y en el Barroco. El coro de Stravinski incluye hombres y niños, que era lo habitual para todos los coros de iglesia durante todo el período barroco, ya que a las mujeres no se les permitía cantar en la iglesia, pero en su defecto, esas voces pueden ahora ser reemplazadas por voces femeninas. También utiliza el gran coro para crear una atmósfera ritual como el de la Iglesia.

La orquestación de la sinfonía, como suele ser habitual en este compositor, es sumamente peculiar: abundancia de instrumentos de viento, dos pianos, arpa, percusión, violoncelos y contrabajos, quedando excluidos el clarinete, los violines y las violas. 

Es difícilmente descriptible la elevación espiritual y musical que Stravinski logra a través del ascetismo expresivo y sonoro autoimpuesto en la obra, pero a mi me llama la atención que Stravinski dijo que su obra no era una sinfonía en la que hubiera incluido Salmos para ser cantados, sino que el canto de los Salmos lo convirtió en sinfonía. Eso viene muy a tono con la nueva beata mexicana, quien hizo de su vida un himno, como ella decía: «Un himno ininterrumpido de la misericordia infinita de Dios».

Disfruten esta obra. Yo la he escuchado en un disco de la Orquesta Sinfónica y Coros de Atlanta, dirigida por Robert Shaw y en donde vienen también cuatro piezas sacras de Verdi: El Ave María, el Stabat Mater, el Laudi alla Vergine Marìa y el Te Deum. ¡Buena música para celebrar la beatificación de Madre Inés!

Aspecto de la imagen de la nueva beata afuera de la
Basílica de Guadalupe el día de la Beatificación.

El disco.

Aquí algunos videos de la obra:



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