jueves, 16 de abril de 2020

Cápsula Bíblica 3327

Es necesario preparar la lectura de la Sagrada Escritura por medio de la ascesis. Como en la parábola del sembrador, la semilla no dará su fruto si no cae en terreno fértil. Por eso, para que esta lectura dé fruto, debe ser preparada por medio de un trabajo que desemboque en la “pureza del corazón” (puritas cordis); esto es, en la ausencia de todo afecto hacia las criaturas que distraiga del amor de Dios y del sentido de su presencia. Es libertad total en orden a una dedicación total a Dios. Sólo a quien la ha alcanzado, Dios se revela plenamente. Decía San Bernardo: “La Verdad no se muestra a los impuros”. La pureza vuelve tersa y transparente la mirada contemplativa. Por tanto, hay que leer la Sagrada Escritura con ánimo de convertirse y hay que querer convertirse para poder entender la Sagrada Escritura.

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