domingo, 19 de abril de 2020

Cápsula Bíblica 3330

No cabe duda de que los israelitas, los primeros depositarios de la Biblia, la cuidaban como una joya preciosísima, conservándola en el mismo Tabernáculo, al lado del Arca de la Alianza. Tan grande era la veneración de que gozaba el libro sagrado que no sólo estaba absolutamente prohibida la mínima alteración de su texto, sino que eran contadas minuciosamente todas sus palabras y hasta las letras. Jamás libro alguno disfrutó de honor tan extraordinario, y se transmitió con tan exquisito esmero como el Antiguo Testamento en el seno del pueblo judío.

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