domingo, 3 de marzo de 2013

ORACIONES PARA LOS DÍAS INAGUANTABLES... Sí, para esos días

¡Buen día a mis cinco seguidores!

Hoy me remonto al pasado y quiero recomendar un libro que salió a la luz en 1956 y que es de una actualidad tremenda.  Su título: «Oraciones para los días inaguantables» de Lucién Jerphagnon (7 de septiembre de 1921, Nancy - 16 de septiembre de 2011, Rueil-Malmaison).

Tal vez este día sea uno de esos para más de uno. Saliendo al paso de situaciones dolorosas, al autor, helenista francés, historiador de la filosofía, profesor emérito de varias universidades y colaborador de varios organismos internacionales, se le ocurrió escribir un libro de pequeñas dimensiones pero de mucho contenido. En su prólogo nos señala el sentido:

"Hay días inaguantables. Todos lo sabemos. Sucede a veces que el dolor nos arrebata casi todo. Todo menos la conciencia del propio mal. El tiempo y el mal han llegado a confundirse. Todo es dolor.

En esos días cuesta, recibir a los amigos. Incluso a los íntimos. Una visita, un trabajo por acabar, la vida que continúa, todo esto parece desempeñar el papel de un espejo que nos remite, en reflejos inesperados, el resplandor insostenible del mal que arde en nosotros.

Sufrimiento del corazón, tortura física, poco importa. De igual. Hay días inaguantables. La víspera todavía se decía: «Con tal que...»."

Sin ir más lejos, este libro es para esos días en que alguien puede ser que se encuentre harto de todo y deba hacer un alto.

Creo que en la época actual no es que se sufra por alguna desgracia determinada o por carencia de cosas. Es algo más difuso: es que la vida misma a veces pesa, porque los días son demasiado iguales, y cada mañana trae los mismos pequeños roces, desde hace cinco, diez o veinte años. Forzosamente, esto acaba por acumularse y todo junto pesa demasiado.

El autor nos hace ver que precisamente en esos días es cuando deberíamos orar más. Orar, desprenderse un poco de si mismos, volverse trabajosamente hacia ese Dios misterio que nunca abandona.

Después de todo —dice Jerphagnon— hasta Job maldijo el día en que nació, antes de recobrar el dominio de sí y arrancar de su corazón una alabanza como él nunca la había hecho.

 Sé que es un libro difícil de conseguir, pero, en esta era de Internet, tal vez sea más fácil localizarlo y pedirlo o por otra parte, buscarlo en las bodegas de libros usados. Yo tengo una edición muy antigua (1958), pero la portada que pongo a continuación muestra cómo se puede encontrar actualmente.

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