sábado, 7 de marzo de 2020

Cápsula Bíblica 3287

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos (Hebreos 1, 1-2). El Hijo, Jesús, nació de la virgen María, desposada con José, que pertenecía al linaje de David, por obra del Espíritu Santo. Él es el cumplimiento de todas las promesas y la epifanía del amor de Dios al pecador. Él es verdadero Dios y verdadero hombre, que aprendió sufriendo a obedecer al Padre, que confió en Dios hasta la muerte, y que resucitó de entre los muertos. Él es el don de Dios Padre. Y no hay proporción entre el delito y el don: si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos (Romanos 5, 15b). Jesucristo es nuestra Salvación, y marca el momento culmen de la historia de Salvación de Dios con el hombre.

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