martes, 24 de marzo de 2020

Cápsula Bíblica 3304

El núcleo inicial de la Iglesia son los discípulos que han vivido con Cristo, lo han visto morir y lo han contemplado resucitado. En Pentecostés, y gracias a la predicación de Pedro, se les empiezan a unir miles de personas. Es la obra del Espíritu Santo que acompaña a la Iglesia en toda su historia. El anuncio se hace primero al pueblo de Israel, depositario original de las promesas de Dios, y más tarde se extiende también a los forasteros y paganos. Los cristianos vivían perseguidos en pequeñas comunidades cristianas bajo la dirección de los apóstoles hasta que, en el año 70, desaparece Israel como país, dispersándose a lo largo y ancho de todo el imperio Romano. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón (Hch 2,44-46). La jerarquía de la Iglesia apareció en esta primera época, al organizar los apóstoles a las diferentes Iglesias y los carismas que iban surgiendo en ellas.

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